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Muchos padres aún siguen la tradición de permitir que el niño coloque el primer diente debajo de la almohada cuando llega la hora de dormir para que el ratoncito Pérez acuda esa noche para llevárselo. Según la leyenda, mientras el niño está durmiendo, el Ratoncito Pérez se lleva el diente y en su lugar le deja un bonito regalo. Se trata de una tradición que tiene ya casi un siglo y que se basa en el cuento infantil “El ratoncito Pérez”, una versión de la historia francesa “El buen ratoncito” o “El hada de los dientes”. Sin duda, es un cuento excelente para contarle al pequeño cuando está a punto de perder su primer dientecito, para ayudarlo a enfrentar el miedo y la ansiedad que puede generar el proceso de dentición.
El ratoncito Pérez, un cuento perfecto para cuando tu hijo está a punto de perder su primer diente
Pepito Pérez era un pequeño ratoncito de ciudad que vivía con su familia en un agujero de la pared en un gran edificio. El agujero no era muy grande pero era muy cómodo y desde su guarida la familia podía encontrar comida con mucha facilidad ya que vivían junto a una panadería y por las noches él y su padre iban a recoger harina y los restos de pan que encontraban.
Un día Pepito estaba en su casa y escuchó un gran alboroto en el piso superior. Como era curioso, trepó y trepó por las cañerías hasta la última planta. Al llegar descubrió algunos aparatos extraños que nunca había visto. Todo parecía indicar que aquel lugar cobraría vida muy pronto.
Al día siguiente, Pepito volvió a subir para conocer a los nuevos vecinos. Así descubrió que habían puesto una clínica dental.
A partir de entonces el ratoncito subía todos los días por la mañana y pasaba largas horas contemplando el trabajo del doctor de la clínica. Todos los días hacía lo mismo: subía y se quedaba mirando y aprendiendo. A veces incluso, apuntaba lo que podía en una pequeña libreta de cartón.
Así comenzó a conocer algunos secretos para aliviar el dolor de los dientes, y muy pronto comenzó a practicar aquellos conocimientos con su propia familia. A su madre le limpió muy bien los dientes y a su hermanita le curó un dolor de muelas usando un poco de la medicina de la clínica. Con el paso del tiempo, la fama del ratoncito Pérez se fue extendiendo entre los ratones, que venían de todas partes para que los curara.